Durante estos lunes hemos estado meditando en el plan de salvación predestinado, en esta ocasión basados en el libro de Apocalipsis 13.8 encontramos tres aspectos fundamentales, 1) existen hombres sobre la tierra, cuyos nombres no se encuentran registrados en el libro de la vida, 2) Este libro de la vida pertenece al Cordero, 3) El Cordero fue muerto desde el principio del mundo.
Y todos los que moran en la tierra le adoraron, cuyos nombres no están escritos en el libro de la vida del Cordero, el cual fue muerto desde el principio del mundo.
Dios por su amor infinito, escogió, seleccionó, eligió, prefirió, distinguió, separó, apartó, santificó un conjunto de seres humanos para vida eterna, este pasaje deja claro el hecho de que la salvación solo es un Don (regalo, obsequio) de Dios para el hombre, no tiene el hombre poder para alcanzarla, ni para lograrla, mucho menos para comprarla o adquirirla, Dios la otorga según su soberana voluntad.
Así como existen seres humanos que fueron predestinados para salvación, esta ley de Dios es mutuamente excluyente, pues los que no han sido seleccionados para vida eterna, son entonces escogidos para muerte, no debiendo aun su destino a sus buenas o malas obras, más bien al hecho de clasificación efectuado por la soberanía Dios.
Esta clasificación resulta difícil de comprender, sin embargo, en nuestra mente podemos forjar la imagen de cierta persona que trabaja en el departamento de control de calidad, cuya tarea fundamentar es clasificar la producción, ahora bien, basado en el propósito, destino y función del producto, el clasificador selecciona lo que es útil de lo que no sirve, por lo tanto, si el Espíritu dice a nuestro espíritu, que somos hijos de Dios, entonces debemos dar gracias a Dios porque nos escogió para vida eterna, y con fundamento en esta gratitud, seamos de utilidad a nuestro Dios sirviéndole con amor y de corazón.
Y todos los que moran en la tierra le adoraron, cuyos nombres no están escritos en el libro de la vida del Cordero, el cual fue muerto desde el principio del mundo.
Dios por su amor infinito, escogió, seleccionó, eligió, prefirió, distinguió, separó, apartó, santificó un conjunto de seres humanos para vida eterna, este pasaje deja claro el hecho de que la salvación solo es un Don (regalo, obsequio) de Dios para el hombre, no tiene el hombre poder para alcanzarla, ni para lograrla, mucho menos para comprarla o adquirirla, Dios la otorga según su soberana voluntad.
Así como existen seres humanos que fueron predestinados para salvación, esta ley de Dios es mutuamente excluyente, pues los que no han sido seleccionados para vida eterna, son entonces escogidos para muerte, no debiendo aun su destino a sus buenas o malas obras, más bien al hecho de clasificación efectuado por la soberanía Dios.
Esta clasificación resulta difícil de comprender, sin embargo, en nuestra mente podemos forjar la imagen de cierta persona que trabaja en el departamento de control de calidad, cuya tarea fundamentar es clasificar la producción, ahora bien, basado en el propósito, destino y función del producto, el clasificador selecciona lo que es útil de lo que no sirve, por lo tanto, si el Espíritu dice a nuestro espíritu, que somos hijos de Dios, entonces debemos dar gracias a Dios porque nos escogió para vida eterna, y con fundamento en esta gratitud, seamos de utilidad a nuestro Dios sirviéndole con amor y de corazón.
Demos gracias a Dios que nuestros nombres se encuentren en el libro de la vida, porque de esta manera pertenecemos al plan eterno de Dios, y cumplamos con la meta, es decir, con el propósito de Dios en la vida de la humanidad, que es el de glorificar y exaltar el nombre de nuestro redentor, nuestro Señor Jesús, dando a Él la gloria y la honra, ya que en Él y por Él, todas las cosas subsisten (1ª Colosenses 1.17).
El que el Cordero (El Señor Jesús) fue muerto desde el principio del mundo, vemos que existe un único plan por parte de Dios, y que este plan esta trazado desde el principio. También se observa que es eterno como su creador, solamente un plan infinito y eterno puede estar en una mente infinita y eterna como lo es la mente de Dios, nuevamente demos gracias a Dios por este plan que fue pensado, y porque se ha venido cumpliendo, oremos al Señor por su pronto regreso y preparémonos para recibirlo en las nubes, quiero ser reiterativo: Agradezcamos a Dios por hacernos participes de su plan, y sirvámosle con corazón recto, y ánimo voluntario. (1º Crónicas 28.9)